13.9.11

Las dificultades de empreder una idea, una empresa, en España

En España cuesta mucho emprender, ser emprendedor, poner en marcha una idea. Algo que parecen haber descubierto ahora, tanto Rajoy como Rubalcaba. Vergüenza deberían tener, pues es un problemas de décadas, las mismas que ambos han estado gobernando o gestionando. 

No es falta de preparación ni de ideas, si acaso de bemoles y de ayudas pequeñas para hacer creíbles los proyectos. En este santo país una idea nueva debe servir: o para hacerse multimillonario, o para fracasar y perder todo el futuro. No hay camino intermedio. Casi nadie aspira a montar su propia idea, su propia empresa, para simplemente poder vivir de ella y con ella.

Lo cierto es que cualquier idea en España es muy poco promocionada, poco dada a conocer. Si un vecino de Tarazona, Cuenca o Zamora monta una empresa de algo diferente lo tiene jorobado. No sale en los papeles ni aparece en la tele, no se hacen eco de su idea en Internet. Solo tienen acceso a la publicidad las grandes marcas, las que ya dominan los mercados. Ese nueva idea, ese empresa que nace, morirá en la dejadez pues nadie va a creer en ella, nadie le va a otorgar el beneficio de la duda, aunque sea a costa de una pequeña reseña, de un sistema viral de publicidad simple en internet.

Si se fijan, es muy complicado conocer lo que existe alrededor de nosotros. Recibimos miles de impulsos de marcas conocidas, pero no sabemos nada de los lugares vecinos y nuevos. Todos leemos las mismas páginas web, los mismos blog (por poner un ejemplo fácil) pero seguro que hay cientos de ellos de gran calidad que nunca han recibido una reseña en un medio de comunicación. Siempre se nos señala con las mismas reseñas, precisamente de los que ya tienen poder por algo. En el mundo empresarial que comienza, es igual o peor pues la competencia es brutal.

Si además fracasas en el intento de poner en marcha una nueva idea —algo fácil pues no se reciben ayudas de formación y promoción—, el palo es tremendo pues quedas marcado de por vida y casi será imposible conseguir financiación posterior para ningún otro nuevo proyecto. Así es imposible aspirar a ser emprendedor; es más sencillo aspirar a ser funcionario o famoso en la televisión. Y estadísticamente más rentable.