18.5.23

España está arruinada



Este sábado por la mañana asistí a un espectáculo quijotesco en la Plaza España de Zaragoza. No niego que me gustan estos actos solitarios, orgullosos, tan típicos de nuestra piel de toro. Un hombre, de unos setenta años o así, se plantó con un cartel que ponía: ESPAÑA ESTÁ ARRUINADA. No había siglas que lo vincularan a ningún organismo, institución, asociación, partido…; este hombre estoicamente y con mirada altiva nos enfrentaba a los transeúntes a estas tres palabras. 

Probablemente, muchos de los que pasaban ni lo miraron, ni leyeron su mensaje. Yo lo hice y mientras bajaba por el Paseo Independencia pensé que nuestro particular Quijote tenía razón, pero también pensé que qué país actualmente no está arruinado.

En Europa vivimos en el barrio rico del planeta, porque si vemos las economías y sociedades de otras latitudes es evidente que aquí la situación no es tan desfavorable. Pero aún así nadie ni nada nos libra de que las deudas públicas de los países europeos aumentan año tras año; en países donde la deuda es inferior a la media europea (actualmente un 97%), como es el caso de Alemania con una deuda inferior al 70%, no se libran de la pobreza con mayor o menor severidad. 

Los jubilados en Alemania con unas pensiones medias inferiores a las españolas, aún a pesar de haber cotizado durante mucho tiempo, se ven obligados a realizar minijobs. 

Recuerdo el caso que salió en televisión de un jubilado alemán que había trabajado como ingeniero y que debía trabajar como taxista para complementar su pensión. Lo que me sorprendió fue verle la cara de desengaño, de traición. Toda una vida trabajando para verse en los años finales de su vida subsistiendo sin tener el deseado descanso.

Si Alemania que es un país con capacidad de producción y alto nivel de vida, el Estado no puede garantizar pensiones adecuadas, qué haremos en España. La respuesta es ser espabilado y no depender de que el Estado te garantice nada. Duele pensar así, pero la situación te obliga.

Comentaré un hecho personal que me sucedió hace más de veinte años. Cierto empleado de banca me dijo de sopetón que me fuera olvidando de que pudiera tener una pensión adecuada, lo llamaremos así. Él se debía oler que este estado de bienestar tenía los días contados y cada año las pensiones se verían reducidas a una renta básica; sutilmente dejaba entrever que quien tuviera olfato para invertir y obtener beneficios o rentas fuera de la pensión, sería el que tendría una vejez más o menos tranquila. Tomé nota.

España que tiene en sus ciudadanos una nula educación financiera debería poner esta materia como asignatura obligatoria desde secundaria. O al menos ser autodidactas. 

Si se espera que el Estado esté ahí para darte la mano, es pecar de una ingenuidad que a cierta edad resulta hasta enternecedora. Hay que ser pragmáticos y realistas. La salvación depende de uno mismo, aunque luego se tiene y debe luchar por conseguir un mundo más equilibrado en lo social y económico esperando que las grandes fortunas y oligopolios hagan un reparto de sus beneficios, pero hasta que esto ocurra sean inteligentes y busquen su salvación en la vejez. 

Ambas luchas, la individual sacando el máximo beneficio a este sistema para bienestar de ti y de los tuyos, junto a la colectiva para conseguir una dignidad a las partes más vulnerables de la sociedad.

Sí, ESPAÑA ESTÁ ARRUINADA había escrito el hombre y enhiesto se mantenía entre la multitud y lo que hacía esta multitud era pasar de largo sin saber que cada una de esas personas se verían en un futuro como el ingeniero alemán trabajando en su vejez en minijobs para complementar la pensión. 

Una Europa cada vez más envejecida no podrá ser sostenida por el Estado y esto los políticos lo saben. La cuestión es si las personas son conscientes de ello y han apostado toda su vejez a un solo número. Si luego no sale, qué ocurrirá...

Olga Neri