4.7.23

Comunicación como herramienta. Para bien o para mal



Cuando hablo de comunicación política intento transmitir lo de positivo que tiene como herramienta, pero a su vez, lo de peligroso y negativo que es ignorar sus efectos y sus usos. Voy a relatar unas pinceladas del nacimiento de Adolfo como líder de una sociedad, para que veamos como se construye simplemente esto, desde la comunicación. 

Utilizar el ejemplo de Adolfo nos sirve levemente para entender en qué punto estamos en este 2023, y para poner o no poner en valor la Comunicación.

Adolfo nació tras un discurso

Adolfo logró que se fijaran en él como líder que estaba naciendo, tras su primer discurso al que fue invitado en 16 de octubre de 1919 por Anton Drexler que era el fundador del Partido Obrero Alemán que luego se convirtió en el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes.

Aquel día, en la cervecería Sterneckerbräu en la ciudad de Múnich no habría ni 100 personas escuchando los discursos del nuevo partido político en la primera planta de aquel restaurante. 

Otros dicen que en el día del primer discurso de Adolfo no se habían congregado ni 40 personas. Era el inicio de aquel partido al que acudía Adolfo como espía del ejército para vigilar sus movimientos, y al que se unió poco después con el número 55 de militante.

Adolfo no había logrado éxito como militar, tampoco como artista pintor, pero tenía un don que entonces muy pocos tenían. Sabía hablar en público, sabía comunicar, lograba que se le escuchara incluso cuando llevaba la contraria a otros compañeros. Y sabía explicar muy bien sus objetivos, a veces abruptos y violentos.

Y aquella maravillosa opción para un partido político pequeño que deseaba abrirse paso en la sociedad alemana que estaba triste, apagada y hundida tras la pérdida de la I Guerra Mundial, era un regalo social. 

Y sus dirigentes no dudaron, había que formar a Adolfo para que tomara los destinos de aquel Partido Obrero Alemán, al que Adolfo enseguida le cambió el nombre por el de Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes.

Los fundamentos de sus discursos eran muy sencillos, fáciles, los que querían escuchar los alemanes de entonces. 

Había que levantar la moral, era necesario que Alemania estuviera muy unida y nada desgranada, se afianzaba la palabra Patria, se intentaría luchar con todas sus fuerzas contra la corrupción del orden y la moral y se advertía que las culpas de todo las tenían los judíos.

Ingredientes básicos de una extrema derecha alemana o europea o española, que en aquel 1919 empezaba a destruir Europa. ¿Os suena a algo todo esto?

Era cuestión de dos décadas, tras los entrenamientos militares en España, que Adolfo quisiera apoderarse de toda Europa. 

En aquel momento el gobierno alemán democrático, tenía que explicar a su población que se debía pagar con sacrificios la deuda de haber perdido la I Guerra, y eso no era ni entendible ni aceptado.

Adolfo en aquellos años de militar que empezaba como espía interno no tenía futuro, ni formación suficiente, ni había destacado en nada. Entrar en la política representaba la mejor opción para su futuro personal cuando con 30 años de edad ya necesitaba asentarse en su propia vida. 

Solo cuatro meses después de aquel primer discurso ya lograba congregar a más de 2.000 personas en una sociedad que carecía de modelos de comunicación rápidos y efectivos. 

No era un modelo de discurso muy construido, sino dirigido a la base de la sociedad alemana, hablando a los que escuchaban de que Alemania debía recobrar el respeto de Europa y el papel de Nación o Patria renovada con un gran peso en Europa.

Supo elegir el lugar, Baviera, el tipo de mensaje, el momento histórico, los marcos mentales adaptados a su público. Y supo dotarse de influencia de los que ya eran considerados líderes, para luego derrotarlos con su palabra. 

Apoderarse del partido y cambiarle de nombre fue su segunda hazaña, intentar dar un Golpe de Estado en 1923 su primer error del que salió casi indemne y con más fama. 

El resto ya lo conocemos. Incluido que Adolfo siempre supo utilizar hasta el final, su especial manera de comunicar, para disimular, engañar o movilizar a propios y extraños.