9.7.23

El obediente ante el Poder es el cliente. El Poder 05


El poder ejerce una profunda influencia sobre aquellos que carecen de él, del obediente ciudadano, pues en realidad el Poder marca su vida, sus formas de tener que comportarse. Desde el Gobierno, desde el trabajo, desde cualquier organización que marca precios o procesos de convivencia.

Todos necesitamos poseer al menos un poder sobre nosotros mismos, sobre nuestras opciones vitales para poder trasladar directrices a las personas que es posible que estén a nuestro cargo familiar. Necesitamos notar que tenemos poder sobre nuestra propia vida, sobre nuestras decisiones propias.

Muchas veces creemos que el Poder es cosa de los poderosos, pero todas las personas necesitamos tener esa sensación de poder, pues ofrece libertad de vida y una cierta seguridad personal. 

No tanto disponer de poder sobre los demás, como sobre las situaciones que nos vayan viniendo y capacidad de respuesta propia. Poder sobre nosotros y nuestras circunstancias, para plantear soluciones.

El Poder tiene muchas vertientes, muchas maneras de vivirlo y de poseerlo, y las formas más básicas deben estar bien repartidas pues si le privamos a todas las personas del poder mínimo, es seguro que se rebelarán. Los obedientes no tienen que notar en exceso que simplemente son necesarios para el Poder mientras son obedientes. 

Cuando las personas se encuentran en una posición de falta total de poder, a menudo experimentan una sensación de marginalización, falta de voz y vulnerabilidad. Y se empiezan a preguntar si no sería lógico rebelarse contra esas situaciones.

La ausencia de poder puede hacer que las personas se sientan desempoderadas y a merced de quienes tienen autoridad o control. 

Y eso las puede volver violentas contra su ambiente social que los rodea, pues los poderosos del tipo que sean, aparecen como los culpables más cercanos que tienen influencia sobre sus problemas, para a continuación lanzar contra ellos su propia falta de poder, de autoestima, de salvación y solución básica ante los problemas que les afectan.

Uno de los impactos significativos de la falta de poder es la capacidad limitada de dar forma al propio destino de cada uno de nosotros y de nuestra familia. 

Las personas sin poder, los simplemente obedientes,  pueden encontrarse limitadas para buscar soluciones, pues parecen depender por las decisiones y acciones de los demás. Pueden tener o sentir una limitación para determinar su propio camino de futuro, ya que sus opciones y oportunidades a menudo son dictadas por quienes tienen poder.

La falta total de poder también puede generar sentimientos de frustración, enojo y resentimiento. 

Cuando las personas carecen del poder necesario para abordar sus necesidades, deseos o preocupaciones, pueden desarrollar un sentido de injusticia e incapacidad de complicada solución mientras solo se sea obediente. 

Si solo somos obedientes, podemos sentir disparidades y un sentimiento creciente de nuestras desigualdades con respecto al resto de l sociedad y sentir una profunda impotencia para generar cambios y capacidad de gestión en nuestra propia vida. 

La sociedad que le rodea deja de ser “su” sociedad para convertirse en "su" enemigo.

En esos casos, sin duda, la falta de poder absoluto es la sensación de esas personas que puede dar lugar a la exclusión social y la marginalización. Al hundimiento social o a la violencia.

Aquellos que carecen de poder básico pueden enfrentar discriminación, opresión o negligencia, ya que sus voces y perspectivas a menudo son pasadas por alto o ignoradas. 

Pueden luchar para acceder a recursos, oportunidades y derechos básicos, lo que refuerza aún más su falta de poder y perpetúa las jerarquías sociales existentes si lo que obtiene no sirve para afianzar soluciones, sino simplemente son apaños para el momento. En esto se basa la tremenda diferencia entre Caridad y Justicia Social. 

Quien tiene el Poder debe saber gestionar estas situaciones para que nunca se vuelvan contra el poder establecido que ellos poseen y controlan. 

Es egoísmo de auto defensa del poderoso, pero hay que saber gestionar desde el Poder…, la falta de poder. La capacidad del obediente a que no se sienta una simple pieza de rebaño.

Puede que haya que tensar la cuerda desde el Poder —ya sé que suena fatal pero es la realidad aunque no nos guste nada leerlo—, pero nunca hasta límites excesivos, pues se perderá el poder de quien gestiona para controlar las situaciones violentas. 

Y una vez que se rompe el punto de tensión, ya es casi imposible volver a la normalidad.

La influencia del poder en las personas que tenemos que obedecer se extiende más allá de las experiencias individuales y personales, influyendo hasta en las dinámicas sociales más amplias. Y esta realidad no debe notarse en exceso, para que los obedientes pensemos que no es responsabilidad del Poder sino de la casualidad, de las circunstancias, incluso de la suerte, que nos vaya bien o mal en la vida.

Los desequilibrios de poder pueden dar forma violenta a las estructuras sociales, las instituciones y los sistemas, sobre todo si deciden en exceso quién tiene acceso a los recursos, quién tiene autoridad para tomar decisiones y quién se beneficia de las soluciones sociales. 

Los marginados y los desempoderados a menudo sufren las consecuencias de las desigualdades sistémicas, mientras que los poderosos mantienen y refuerzan sus posiciones de ventaja. En ese juego de Poder hay que saber dosificar bien el reparto de las soluciones.

Por otro lado, la falta de poder también puede servir como catalizador para la acción colectiva y la resistencia. 

Nada une más, que tener como grupo los mismos problemas y la idea de que los culpables son también los mismos. La historia ha demostrado que las personas que carecen de poder tienen el potencial de movilizarse, organizarse y desafiar los sistemas opresores. 

Los movimientos en busca de justicia social, derechos humanos e igualdad a menudo surgen de las experiencias de falta de poder, ya que las personas se unen para exigir cambios y desafiar las estructuras de poder arraigadas. 

Así que la lógica para el que ostenta el Poder —sea del tipo que sea— debería ser el de conocer bien el punto de exceso en el ejercicio coercitivo de su poder, para que nunca se convierta en un punto de ruptura, de no retorno. Y conocer muy bien el momento en el que es obligatorio actuar, frenando y cambiando políticas o tipos de gestión para evitar la ruptura. 

En estos puntos de ruptura, el NO poderoso u obediente tiene el poder de destrozar todo el Sistema incluso de forma pasiva. 

Por ejemplo no consumiendo lo que se espera del grupo de obedientes que tiene que consumir para mover el dinero. O también no cumpliendo los estándares de calidad en los productos por una mala motivación. 

Desmovilizar a la sociedad es uno de los errores más imbéciles y que más veces se realizan sin saber detectarlos a tiempo.

En realidad como estamos viendo, el Poder es un Juego entre partes que debe funcionar bien engrasado, con muchas más opciones para el que ejerce el poder, pero con el control tanto del poder como del no poderoso, para que nada se rompa. 

Nadie juega a tener el Poder para que incluso a él mismo o a sus parcelas de poder les vaya mal por un cúmulo de malas acciones.

En una Dictadura el método más simple para no tener problemas y pérdidas de Poder es no dejar que los "obedientes" se organicen. 

Pero eso ahora es casi imposible eso o cuesta mucha sangre pues cuando no lo consienten, utilizan la fuerza. No entra en las actuales circunstancias tecnológicas pensar como fácilmente posible, instaurar un Régimen que logre impedir con la simple prohibición la organización del NO poderoso. Hay que sembrar el miedo.

Es mucho más fácil, que nunca sea necesario utilizar la represión contra las libertades, pues los resultados siempre son peores —la fuerza violenta para cualquiera de las partes— que con un proceso de rectificación, de cambio, de revisión de las decisiones.

El Poder en todas sus formas, trata de tener mejores clientes, mayores beneficios, éxitos contra los otros equipos rivales, un Gobierno que afiance sus ideologías, y eso no es posible lograrlo en el Siglo XXI y en las sociedades modernas…, si tu propio equipo, tus clientes o tu sociedad, no está motivada y justamente reconocida. 


Hay que cuidar a los obedientes, pues son tus clientes.


El hombre que vemos en la imagen no parece tener poder, es un clásico obediente, pero se juega su vida y puede que la calidad de vida de su familia.  Necesita estar motivado, reconocido, bien pagado, formado y con sistemas de seguridad que le den el convencimiento de que lo que hace es positivo. El obediente trabajador en este caso, tiene al menos el Poder de sentirse muy seguro en su trabajo.

Nota.: Hay que entender estos textos como explicación teórica de lo que es el Poder. Como autor, una cosa bien distinta es conocer los ejercicios del Poder, y otra estar de acuerdo con esos ejercicios, incluso con estas explicaciones y a veces palabras que pueden servir para poner ejemplos fáciles a las explicaciones.