31.10.11

Historias de mediocres y de Aragón

Hoy nos recordaba José Luis Trasobares en su artículo de El Periódico de Aragón los desastres de un Aragón pachucho que deambula por sus ilusiones sin cabeza. Y nos traía a colación Gran Scala o Arcosur sin olvidarse del Aeropuerto de Huesca, de Motorland o de Walqa. Se nos engaña con facilidad, ayudamos a engañarnos todos con facilidad. Somos poco dados a pensar que casi todo es responsabilidad de casi todos. Si, cierto, de unos más que de otros, pero joder, desde hace 35 años, mandan los que elegimos y si lo hacen mal es porque los hemos elegido mal.

Y no hablo solo de los que gobiernan, que también; hablo de los que gestionan los partidos políticos con menos afiliados de verdad de los que imaginamos, hablo de los que gobiernan sindicatos sin potencia, de los que se montan asociaciones de vecinos para jugar a la política, de los que no hacen nada que no sea exigir sin participar en nada. La inmensa mayoría de los ciudadanos no participan en nada, vive al aire del cierzo aquí en Aragón y de otros aires en cada tierra suya. Esperando que caiga el higo. Eso si, con gran capacidad verbal para criticar a todo lo que se menea.

No se trata de insultar a nadie, sino de motivar con la bofetada por delante, con la explicación clara de que vamos al abismo de la nada. ¿Nos preguntábamos alguna vez qué era el infierno?, pues el infierno es la nada. 

Quien ha viajado algo sabe lo que son las sociedades sin nada. Existen más allá que en los programas de la televisión. Son reales y viven sin nada. Ellos ya no tienen los problemas —nunca los han tenido, es cierto— de las economías mal gestionadas, las culturas apagadas, los servicios que van a menos, los políticos inoperantes. ¿Queremos no tener esos problemas a costa de no tener nada?

En mis trabajos como gestor de personal en empresas, he conocido personas que eran grises, incapaces en una empresa de prestigio o jetas del escaqueo. Hacían su trabajo dentro de la organización y el cliente nunca sabía quien había hecho su trabajo, si el excelente o el mediocre. A quien le tocaba el profesional deprimido se llevaba un producto flojo, sin gracia, a medio gas. Estos mediocres existen en todos los órganos de la vida. También en política. En médicos, en arquitectos, en abogados. Si te toca el mediocre, date por jodido. Pues eso nos ha tocado en estos años.