30.7.08

Crisis… Oh no, otra vez no.

Quizás nuestros cerebros aletargados por las inamovibles y epidémicas noticias sobre la crisis se están empezando a agotar de escuchar la palabra crisis. Quizás llegue el momento en que nuestro consciente no sepa qué significa (Como cuando repetimos muchas veces una palabra y nos llega a marear).
Lo cierto, es que crisis o no crisis, hay una dualidad ineludible: Inflación - paro.
O tenemos de una, o tenemos de otra.
Y en esta crisis tenemos de ambas.

Ahora bien, la frase de hoy, de parte de Solves es “Es mejor tener más empleo que subir un poco los sueldos”.
Y lo cierto es que no es plan ahora de ir incidiendo en las empresas a que añadan aun más costes, no haría ningún bien. Tan cierto como que la subida de sueldos es algo que debería haber acontecido mucho antes.

Quizás que los sueldos sean nimios en comparación con los grandes gastos (los que necesitan financiación, como la compra de un piso), sea lo que haya acelerado una silenciosa crisis financiera. Esa crisis que se esconde entre la construcción y la mini estanflación.
Hemos ido dejando atrás un aspecto importante, y ahora no podemos realizarlo de golpe, pues el shock seria enorme. Las empresas tendrían que despedir a más gente dado que en el corto plazo no se incrementaría demasiado el consumo. Los sueldos serian más altos, pero la producción menor (crecimiento a la baja, ya lo estamos viendo). Y como no, la inflación tendería a incrementarse, una vez más.

Así que hacen fuerza en donde pueden. Intentan (mal, pero lo intentan), que los ciudadanos no nos preocupemos (sin rebajar prestaciones sociales, mensajes optimistas…)
Y usan un doble lenguaje, para todo tipo de ciudadanos.
El primero, para los que no entienden de economía: “Tranquilos, no pasa nada. Sigan consumiendo”.
El segundo, para los que entienden: “Comprender que mienta, es lo mejor para la crisis”.

Y mientras nuestras expectativas nos sitúan casi en el crecimiento cero, nos damos cuenta de cómo la crisis es crisis. Que es mundial, pero que la solución debe ser nacional. De que todas las medidas nos parecen a priori vacuas por que no las vemos. No sentimos el pinchazo de la vacuna, solo el dolor intestinal. Y todo se reduce en dos opciones, demasiado absurdas como para ser reales, confiar, o no confiar. He ahí la cuestión.

Saludos.