27.11.11

Sobre el posible futuro político más democrático de la España de este nuevo siglo

Ante algunas dudas que han surgido con la entrada anterior de este blog, deseo aclarar algunas apreciaciones.
Cuando hablo de cinco partidos políticos básicos para España, no los comparo con la situación actual —todavía— sino con lo que a mi entender debería ser algo más óptimo, para alcanzar más grado de competitividad política y más democracia participativa. Más capacidad de elección por parte de los ciudadanos. Y ahora expongo cómo deberían ser estos partidos políticos, buscando su referencia actual, sabiendo que las posibilidades de estos planteamientos son nulas, pues ni tiene deseos entre ellos, ni es posible que nos de tiempo para reaccionar, antes de que el sistema nos estalle. Y lo siento. Las posibilidades de que los planteamientos teóricos se hundan antes de poderse poner sobre una mesa son muy altos. Y no estoy hablando de España. No solo de España.

Aclaremos pues la entrada anterior, hablando de esos cinco posibles partidos o coaliciones estatales.

Un partido tipo IU —o partido socialista de izquierdas— más unido y fuerte, federal, republicana, abierta a otras formaciones de izquierda nacionalistas y moderadas, con un programa social potente y socialista.

Un PSOE que haya encontrado otra vez su camino dentro de la socialdemocracia, que vuelva a confiar en sus afiliados y estos en su partido, con un programa social “posible” enmarcado en el nuevo siglo.

Un partido de centro —no, ahora no lo hay (todavía), lo sé— con un tamaño relativo y que dependería de lo que sus planteamientos económicos y sociales desearan realizar. Hasta ahora y desde la UCD, todo intento ha fracasado. Puede ser un partido liberal, un democristiano, un símil al Partido Demócrata americano, etc. 

Un partido de derecha económica, como el PP, potente, de amplia base, nacionalista español, enmarcado en políticas económicas conservadoras y programas sociales dentro de la democracia cristiana o de parte de las ideas de la Iglesia Católica.

Un partido diferente —sin clasificar, pues depende de la personalidad de cada país y del momento— en el que ahora puede incluirse a UPyD, pero que en otros momentos o necesidades sociales e históricas pueden ser los verdes, la extrema derecha, el populismo, Democracia Real Ya, etc. Hay varias posibilidades, todas posiblemente bien distintas, pero que sirven para encauzar los movimientos sociales de cada momento histórico. Si la presión de los mercados sobre la sociedad sigue igual, lo que surgirá será un partido de extrema derecha que nunca se llamará a sí mismo con ese nombre, pero que intentará actuar como tal. Un año, dos a lo sumo, con tanto paro, creciendo la pobreza, sin futuro para los jóvenes, y el crack es seguro.

Mi planteamiento teórico y deseable es que estos cinco partidos se puedan repartan la gestión del poder político —por posibilidad real de hacerlo dado el tamaño y representatividad— y entre ellos sepan vigilarse y dotar de calidad participativa a la sociedad. Y que “el sistema” fuera capaz de dotarles de representación con arreglo a su real poder electoral, no como ahora que da vergüenza las comparaciones del valor de cada voto, y que convierte el reparto de los poderes de representación como si de una tarta de fiestas para dos se tratara.
Obligaría a más consenso, a tener más cuidado son sus acciones políticas y sociales pues saben que podrían subir y bajar con suma facilidad y eso si, creando un posible problema que es el que hay que evitar con ajustes y correcciones oportunas en el sistema.
El problema es que se cree el colapso de gestión por un exceso de fragmentación política que impida acuerdos y seguridad en quien gobierna. En la transición se buscó un sistema que garantizara la seguridad de la gestión política, olvidándose de la participación y el auto control de unos sobre los otros. Y eso nos ha llevado hacia una desafección de las personas hacia sus representantes políticos que ahora hay que resolver por grave. No tanto por el momento actual, sino por el comportamiento que se ve en aumento, de la sociedad hacia la política y la democracia.
Para ello hay dos factores clave. Uno: cambiar el reparto electoral para hacerlo más real sin penalizar a los partidos ni pequeños ni que se presentan solo en parte de una España federal y compleja. Dos: modificar sustancialmente el sistema de financiación política y cambiar las reglas de juego de las campañas electorales para que hay más igualdad, más posibilidades de todos.