27.11.11

España necesita 5 partidos políticos grandes

En cuanto el PSOE dejó de gobernar para sus electores, y tuvo que cambiar sus decisiones para gobernar para los bancos, los mercados y los conservadores, perdió el rumbo. Si ahora el PP deja de gobernar para todos, en cuatro años sabe que perderá al menos la mayoría absoluta del Estado. 

Este 20N se abrió la ventana —otra vez— de la democracia más participativa, al aumentar el voto de los partidos pequeños, rompiendo ligeramente el bipartidismo y sobre todo enseñando la patita por debajo de la puerta.

El papel futuro de IU y de UPyD es importantísimo para avanzar en lo que es más beneficioso para España; la existencia de un grupo de al menos 5 partidos políticos fuertes y estatales más otros 3 periféricos, que vuelvan a dotar a la política española de la democracia participativa necesaria y el control de unos sobre otros.

Hasta ahora los dos grandes —cómplices del sistema por acción o por omisión— han jugado a repartirse el poder en mayúsculas, controlando gobiernos de todos los niveles, cajas de ahorros y representación en empresas públicas y asociaciones de vecinos, en los órganos judiciales o en los medios de comunicación públicos y privados. Se contaminaba así la democracia al jugar a un control total sobre lo que sería lógico para que las personas creyeran en su democracia, la decisión libre de todos los ciudadanos.

Si tan de acuerdo con los mercados estamos, seguro que sabemos que la competencia es buena y que los monopolios muy malos. Durante décadas hemos tenido el monopolio en España de dos únicos partidos que se repartían los poderes con mejor o peor gana. Eso, simplemente, no es democracia real. Que los votos estatales valgan más o menos dependiendo de la distribución geográfica es jugar a perder con la democracia.

En España necesitamos 5 partidos con posibilidades reales de tener al menos 20 diputados y que pudieran bajar de los 150 con la misma normalidad con la que pudieran también alcanzar esa cifra de representación cualquiera de ellos. La misma competencia política lograría que se cuidaran mucho de realizar abusos de poder real —y escondido muchas veces— como los que poco a poco van saliendo en Cajas de Ahorros controladas por políticos, por ocupaciones de poder municipal o vecinal que desvirtúa los sentimientos de los ciudadanos, por impedir que otros partidos pequeños están representados en los Consejos de Administración de empresas públicas.

Si queremos que la sociedad vuelva a implicarse con su sociedad, debemos todos analizar qué estamos haciendo mal y modificar los errores. O lo realizamos o los Estados perderán su sentido, sabiendo incluso que pude ya ser tarde para algunos cambios.