25.2.18

No es lo mismo empleo público que funcionarios

Una dificultad añadida en España para modernizar sus sistemas públicos de control para buscar una mayor excelencia y mejores resultados es precisamente su realidad laboral en el trabajo público, en el sistema de funcionariado que traemos desde antes de la democracia. No debemos confundirnos o dejarnos confundir sobre este aspecto, cuando se habla de funcionarios, su número, sus poderes o potestades, sus sueldos y su forma de acceder a sus puestos de trabajo, cuando se comparan con las realidades de Europa. Según quien ofrezca los datos, sin mentir nadie, los dará desde una perspectiva o desde otra.

En España NO hay más funcionarios que en muchos países de Europa, pero sí cobran mucho más que la media de los trabajadores privados. Hablo de funcionarios, no de personas que trabajan en empleos públicos. 

No se trata de bajarles los sueldos, sino de subírsele a los que trabajan en el sector privado. De subirlo a los que trabajan en el trabajo público sin ser funcionarios. Y dentro del público no se trata de controlar más a los que están en las escalas bajas o intermedias, sino de controlar algo a los que están en las escalas altas.

Dicho esto, es un lastre el sector público del funcionariado para modernizar todo el sistema español de trabajo público, pues mientras hay funcionarios que trabajan al 150% de sus exigencias, hay muchos otros que lo hacen al 25% de sus obligaciones. Y el corporativismo logra tapar estos asuntos. Eso y la escala de poder reinante, que crea incluso aspectos de subordinados que no se entenderán en las empresas privadas.

El empleado público en España no está contento. Tienen un trabajo asegurado, cobra una media de un 30% más que el empleado privado, tiene beneficios sociales que este no dispone, un sistema de ascenso tasado y conocido, no se le puede despedir, pero no está contento. Es un modelo excesivamente rígido y en su defensa están todos ellos muy unidos. No se puede tocar.

Pero todos admiten que no funciona, que cuando lo hace es lento y obsoleto, que no permite la adaptación a los nuevos tiempos e incluso a las nuevas tecnologías. Imaginemos un caso que conozco bien. Una administración compra los mismos ordenadores para todos los funcionarios de sus departamentos. Algo que parece lógico. Pero entre sus numerosos departamentos hay muy diversos servicios. Y resulta imposible comprar ordenadores diferentes para diseño o publicidad que para ofimática. Todo tiene que ser igual, en pantalla, en tarjeta gráfica, en modelo, en disco duro. Absurdo.

Es cierto que hablar de funcionarios es muy ambiguo pues son los de Justicia, los maestros y médicos, los de los Ayuntamientos o los de Empleo, por poner ejemplos. Es empleo público el guardia de circulación, el capitán del ejército o el juez. Y en todos ellos sus sistemas de RRHH son obsoletos, casi nada horizontales, faltos de motivación, sin movilidad correcta, sobresaturados en algunos lugares y muy faltos de efectivos en otros.

El político que gestiona a unos empleados públicos no tiene ningún peso sobre ellos. Y siendo “casi lo lógico” se resuelve de muy mala manera, llevando a tu vera a los “tuyos”. Eso hace que los asesores y ayudantes de los políticos sean siempre funcionarios y además afines, que los propios políticos sean casi siempre funcionarios, y que la visión de la sociedad sea desde el punto de vista del funcionariado. ¿Es errónea esa mirada? No, pero es pobre. No es la “del todo”, sino la de una parte.

¿Cómo funciona el empleo público en otros países? Pues la tendencia en todos ellos, mucho más en el Norte de Europa es a la contratación de empleo público NO como funcionarios. Los números de funcionarios entre el empleo público es muy inferior al de España.

Necesitamos innovar en la función pública, que se adapten las realidades tecnológicos y organizativas con la misma rapidez que en el mundo laboral privado, que se premie la excelencia y se posibilite el ascenso por cualidades y no por titulitis, cuando hoy ya está admitido que hay muchos menos títulos que cualidades necesarias en los puestos de trabajo. Aprender de memoria unos temarios no garantiza de por vida que sirva esa persona para tener movilidad tecnológica, renovación laboral, aprendizaje constante.

Nos podemos encontrar a trabajadores públicos con contratos basura en muchos lugares, junto a otros funcionarios públicos sin ganas de trabajar. Las diferencias de derechos y de sueldos son tan brutales o más que entre el funcionario y el empleado privado. No todos los que nos atienden desde un puesto público son funcionarios, y sus problemas sin resolver son vergonzosos. Y los propios funcionarios los esconden, los callan o miran hacia otro lado.