Los 2.174.200 parados que en la actualidad hay en España no son todavía un dato preocupante, pero inicia un camino de crecimiento negativo en el trabajo, sin haber resuelto parte de los problemas que convierten a España en un país con un nivel laboral muy inestable, con muy poca calidad en el empleo y con un ciclos muy marcados en su estacionalidad.
Dependemos en exceso del turismo (y menos mal, porque sin este servicio nuestras cuentas serían tremendas) y del sector servicios y construcción (España es casi única en este último sector), sin tener un valor añadido en sectores como la agricultura o la ganadería aunque mejoran, y una debilidad manifiesta en la industria.
Depender de sectores como el turismo o la construcción nos convierte en muy débiles ante el miedo, ante la crisis por desconfianza.
Los jóvenes no están ocupando empleos con arreglo a su formación; una gran parte del centro y sur de España necesita una reconversión total en su medio económico, para que tantos habitantes y tanto territorio se actualicen abandonando la productividad tan baja en el sector agrario; estamos abandonando a toda la población mayor de 50 años sin formarlos de nuevo; la formación profesional y empresarial es baja; los sueldos son bajos a la vez que la competitividad de nuestras empresas es baja.
Se demuestra que pagar sueldos bajos no es sinónimo de competitividad ni mucho menos de productividad, sino más bien al contrario si analizamos datos de países cercanos al nuestro con sueldos bastante más altos.
Si el recurso económico de las personas no es bien utilizado, está desmotivado y sin perspectivas de futuro, así estará nuestro sistema económico. Es un problemas de confianza, de mal funcionamiento de los recursos humanos. Incluso se diría que a la sociedad no le importa demasiado que la situación del país sea mala, porque la de las personas ya lleva un tiempo siendo mala.
¿Cómo podemos convencer a un joven sin futuro de que crea en su país y en su economía si a él no le dan contra prestaciones para su futuro? ¿es posible motivarlo si no cree en el sistema sobre el que va a tener que participar?
Si el futuro es estar pendiente del paro y de la crisis sin haber salido todavía del bache anterior, estamos condenados a una muerte como sociedad.O lo que es peor, a una enfermedad constante.
Dependemos en exceso del turismo (y menos mal, porque sin este servicio nuestras cuentas serían tremendas) y del sector servicios y construcción (España es casi única en este último sector), sin tener un valor añadido en sectores como la agricultura o la ganadería aunque mejoran, y una debilidad manifiesta en la industria.
Depender de sectores como el turismo o la construcción nos convierte en muy débiles ante el miedo, ante la crisis por desconfianza.
Los jóvenes no están ocupando empleos con arreglo a su formación; una gran parte del centro y sur de España necesita una reconversión total en su medio económico, para que tantos habitantes y tanto territorio se actualicen abandonando la productividad tan baja en el sector agrario; estamos abandonando a toda la población mayor de 50 años sin formarlos de nuevo; la formación profesional y empresarial es baja; los sueldos son bajos a la vez que la competitividad de nuestras empresas es baja.
Se demuestra que pagar sueldos bajos no es sinónimo de competitividad ni mucho menos de productividad, sino más bien al contrario si analizamos datos de países cercanos al nuestro con sueldos bastante más altos.
Si el recurso económico de las personas no es bien utilizado, está desmotivado y sin perspectivas de futuro, así estará nuestro sistema económico. Es un problemas de confianza, de mal funcionamiento de los recursos humanos. Incluso se diría que a la sociedad no le importa demasiado que la situación del país sea mala, porque la de las personas ya lleva un tiempo siendo mala.
¿Cómo podemos convencer a un joven sin futuro de que crea en su país y en su economía si a él no le dan contra prestaciones para su futuro? ¿es posible motivarlo si no cree en el sistema sobre el que va a tener que participar?
Si el futuro es estar pendiente del paro y de la crisis sin haber salido todavía del bache anterior, estamos condenados a una muerte como sociedad.O lo que es peor, a una enfermedad constante.