24.3.10

Raymond Carver, poeta del “realismo sucio”

Hagamos un ejercicio de la memoria: igual que en el minimalismo, el “realismo sucio” se complace en la sobriedad, en la precisión, en la parquedad para todo lo que se refiera a las descripciones (verbales, en literatura; sonoras, en música; visuales, en pintura); así, objetos, personajes y situaciones anecdóticas se trazan de la manera más concisa y superficial posible; y el uso del adverbio y la adjetivación se reducen al máximo (si se tolera el oxímoron), pues se supone que es del contexto del que debe surgir el sentido profundo de la obra. El resto es casual y coincide con las propuestas organizadas previamente por el realismo decimonónico: los personajes retratados suelen ser personas corrientes con vidas convencionales. Para el caso de la narrativa esatadunidense, cuatro ancestros de distintas épocas informan algo acerca del espíritu del “realismo sucio”: los narradores estadunidenses O. Henry, Salinger, Scott Fitzgerald y –sin sorpresas– Hemingway, además de las influencias recientes del compositor John Cage y del poeta William Carlos Williams. Otros contemporáneos son parte de un impulso semejante, como en el caso de los brillantes compositores Arvo Pärt (estoniano), John Tavenner (inglés) y Philip Glass (estadunidense). Entonces, no tendríamos que hablar de “realismo sucio” sino de minimalismo, como no se habla de música “sucia” ni de pintura “sucia” (hasta el día de hoy: los conceptos del pasado son parte del revuelto costal de nuestros días). Así, demos el nombre correspondiente a sus respectivas cosas: Raymond Carver (1938–1988) fue un narrador minimalista a quien se considera uno de los autores del “realismo sucio”.

Hagamos el esfuerzo del párrafo breve con Raymond Clevie Carver, Jr. , nacido el 25 de mayo de 1938 y muerto, por cáncer pulmonar, el 2 de agosto de 1988, a los cincuenta años de su edad. Carver nació en Clatskanie, Oregon, pero vivió los años decisivos de su infancia en Yakima, Washington, donde su padre –alcohólico– trabajaba en un aserradero. Su madre fue camarera y vendedora. Tuvo un hermano llamado James Franklin Carver, nacido en 1939. Años después, Raymond estudió con el escritor John Gardner, en el Chico State College, en California. Publicó muchísimos relatos en diversas revistas y periódicos, incluidos el New Yorker y Esquire: en ellos, Carver contó la vida de personas de las clases desfavorecidas de la sociedad estadunidense. Estuvo casado dos veces y su segunda esposa fue la poetisa Tess Gallagher. Antes de eso, también fue alcohólico: Carver se llegó a referir al hombre de esos años como “Raymond, el Malo” y, en esa época, un amigo suyo lo describió como “el hombre más triste que haya conocido nunca” ; luego se recuperó y permaneció sobrio los últimos diez años de su vida. Fue un gran amigo de Tobias Wolff y Richard Ford, compañeros suyos de la corriente minimalista. Algunos críticos lo consideran el “padre” del minimalismo literario estadunidense y, cuando murió en Port Angeles, Washington, Carver era considerado un respetable escritor, afamado y “de moda”. Gordon Lish lo editó como narrador y James Dickey, como poeta.

Aunque reunió ocho libros de poesía (All of us: the collected poems, A new path to the waterfall, Ultramarine, Where water comes together with other water, At night the salmon move, Winter insomnia, Near Klamath y So much water so close to home), Carver es recordado como prosista, mediante cuatro volúmenes de narrativa: ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? (1976), De qué hablamos cuando hablamos de amor (1981), Catedral (1983) y Tres rosas amarillas (1988). En español circula, además, una especie de antología realizada por Tess Gallagher y prologada por Robert Altman, quien se basó en ella para realizar su célebre película Short cuts: vidas cruzadas (1993).

Según lo relata Gallagher en su libro Soul Barnacles (ten more years with Ray), que en español se tradujo como Carver y yo, cuando el escritor supo que iba a morir debido a un tumor cerebral y a la metástasis que éste produjo en sus pulmones, Raymond Carver decidió concluir sus dos últimos libros: un poemario y Desde donde llamo, último volumen de relatos –que recibió muy buena crítica. El año de su muerte fue nombrado miembro de la Academy American y el Institute of Arts and Letters; antes, ya había recibido el doctorado honoris causa en letras por la Universidad de Hartford y la Brandeis Medal for Excellence. Pocos días antes de su muerte, Carver le dijo a su esposa: “Nos estamos saliendo de esta historia, cariño.” Gallagher escribió en sus memorias: “Si sólo hubiera sido cuestión de voluntad, hoy estaría vivo.” Hacia mediados del verano y menos de tres meses después de haber cumplido cincuenta años, se apagó la vela minimalista de Raymond Carver.

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