6.6.08

La relación con el trabajo o cómo ser dueños de nuestro puesto de trabajo para que pueda sobrevivir la empresa pequeña

Durante siglos, hemos entendido el trabajo porque nos han obligado a ello, como una dedicación obligatoria para sobrevivir y no como una actividad gozosa que nos hacía crecer en lo personal. Efectivamente han existido muchas personas que han tenido la suerte de poder ejercer un trabajo que les llenaba, pero casi todas ellas trabajaban para ellos mismos.
La mayoría de los errores en la producción, en la productividad, en la calidad, vienen por un ejercicio erróneo en la dirección de los RRHH, algo que ahora se está valorando y enseñando, pues durante siglos quien mandaba no sabía, solo le importaba que quien trabajara lo hiciera mucho y muy duramente.
Hoy hemos aceptado (no todos) que el sudor no es sinónimo de eficacia, que los errores son inevitables, que la critica al operario le produce una bajada de la producción y la calidad, que hay que cuidar la relación con las personas, que la motivación es algo más que un sueldo justo.
En los próximos siglos, si queremos ser competitivos en un mundo totalmente globalizado, debemos prestar mucha atención a la relación persona/trabajo y al papel que cada uno de los trabajadores debe tener en su empresa. Es creo, el momento de plantear abiertamente la participación societaria de todos los trabajadores en empresas pequeñas y medianas como elemento de motivación y de fidelidad a la empresa, como elemento de participación en las decisiones y en el riesgo de la supervivencia, y también de los resultados finales de su trabajo.
El paso siguiente en la defensa del trabajo occidental, debe ser el reparto de la propiedad del puesto de trabajo entre los que lo hacen posible. Sólo así se podrá garantizar la supervivencia de las empresas pequeñas que no sean unipersonales.
Entre todos, debemos cuidar las tuberías de las empresas, cuidarlas y engrasarlas. Y para eso ya no servirá únicamente con sueldos justos y buenas palabras. Tendremos que asumir riesgos y entender el trabajo como un activo personal que debemos cuidar y mantener, porque NOS PERTENECE.